05 noviembre 2010

¡NO hables con extraños¡


Hace un tiempo ya que vengo dándole vuelta y vueltas al asunto de la seguridad en internet y he  terminado contestándome lo mism: no debería, ni debe haber grandes diferencias entre la seguridad en el mundo "real" y la seguridad en el mundo "virtual", el por qué la gente actúa distinto es un tema que deberían tratar los sociológos o los psiquiatras y no yo.
Leyendo en Asociación de Internautas, me di cuenta que para muchos, el mundo real es tan importante como el mundo virtual y la pertenencia a comunidades virtuales es asimilable a los lazos físicos, parece haber una dicotomía entre el comportamiento en uno u otro lado de la red.
Ahora yo me pregunto, por qué si en el mundo real nadie en su sano juicio, daría información personal a un desconocido que te llame por teléfono, o daría respuestas a cualquiera que nos detuviera en la calle, ni menos le abriría la puerta e invitaría a pasar a un desconocido, eso es sólo sentido común, pero sin embargo, conectados a internet, se hace todo lo contrario, da la impresión que confiamos demasiado o que, simplemente, no idiotizamos.
¡No hables con extraños! ¡no aceptes regalos de desconocidos! son reglas básicas que se nos han inculcado y se han metido en nuestra cabeza a fuerza de tanto escucharlas y  repetirlas y que nosotros trasmitimos a nuestros hijos. Son reglas  entienden, simples, claras, fáciles de seguir y, por si fuera poco, funcionan. Nuestros hijos, casi siempre las cumplen excepto, cuando entran a internet ¿por qué?
Si la respuesta sólo tuviera que ver con un tema de educación padres-hijos, la respuesta sería simple. El problema es que los adultos actúan de la misma manera.
Yo desde un par de años a esta fecha, no abro ningún correo a menos que en remitente sea conocido. No ingreso información personal en ninguna parte. Lo malo es que esto, que parece tan básico, no puedo transmitirlo y si lo hago, no logro que los demás lo entiendan. Tengo que recurrir a todo tipo de estrategias para evitar que mi hija abra todos los correo , chatee con gente que no conoce, acepte a los amigos de los amigos o ponga su número de teléfono en una página web.
Por ahora no me queda más que controlar a mi hija, qué sitios visita, con quién chatea, a quién acepta en su msn, quiénes son sus amigos de facebook y por otro lado a mi computador le he puesto un firewall, actualizo mi antivirus diariamente, tengo activado todo tipo de software antiespía, escaneo los archivos que entran a mi PC vengan de donde vengan, trato de mantenerme alerta y aún así, sigo utilizando la misma vieja regla de la infancia: hijo, ¡no hables con extraños!

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