La comunicación humana no sólo se da a través de las palabras, sino también se expresa por gestos o signos no verbales que interpretamos desde los primeros años de vida. Debemos ser capaces de poder interpretar los signos comunicativos, llegar a ser individuos que controlamos y recreamos nuestras emociones, que potenciamos nuestras fortalezas y disminuimos las debilidades, sintiendo de esa manera interés por el mundo exterior.
Sabemos que el desarrollo humano es continuo y como afirma Piaget -“cada estadio se asienta en el anterior”- de manera tal, que aquellas etapas tempranas son fundamentales para las más tardías. Es fundamental buscar y reconocer, cómo se pueden educar las emociones, motivar emocionalmente a los niños/as a aprender, destacando fortalezas y habilidades sociales: tolerancia a la frustración y al fracaso, optimismo y voluntad, facilidad de trabajo en equipo, etc.
La infancia temprana es cualitativamente más que el comienzo de la vida, es el cimiento de ésta, lo que nos advierte que el desarrollo infantil temprano debe ser un tema de preocupación, interés público y de investigación, entre otras.
Es por lo expuesto anteriormente que debemos reconocer y valorar el papel que desempeña la educación pre escolar en el desarrollo de los párvulos, sobre todo en aquellos sectores vulnerables, donde nuestros niños están expuestos a un mundo para el que no están preparados, mundo para el cual muchas veces nosotros como adultos no estamos preparados.
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