07 diciembre 2010

Dueños de sus silencios y esclavos de sus palabras…

mujeres, intereses de mujer, dueños de sus silencios y esclavo de sus palabras

Le nublan la visión, lucha hasta la saciedad para que no rueden por sus mejillas, pero sin ningún éxito.
El  no la abraza, ni siquiera la mira… y con esa actitud la hace sentir aún más avergonzada. Ella no puede evitar  sentirse estúpida, insegura y sobretodo mal. El está herido, enojado, nervioso con el silencio… mientras mira por la ventanilla.
Ella  habitualmente no se equivoca, siempre la autoexigencia, que   la lleva a actuar correctamente y no permitirse cometer errores, aunque ella no está acostumbrada a no ser perfecta, se hunde en el barro del que no logra escapar y la culpa le derriba todo lo que es.
El le pregunta  tres veces ¿Qué te pasa? Y ella no puede contestar. El  desespera ante el “nada”. Y nuevamente  pregunta.
Todo estalla. La batalla empieza, los heridos están sentados, latiendo  la rabia en él y el sentimiento de culpa en ella. Un grito, dos, tres y vienen más. Llega la rara sensación de que son dos extraños  tratando de salvar un orgullo.
Ella nuevamente le pide disculpas, le  dice que lo siente mucho, que tiene  la razón, pero que no insista más, que se siente muy mal. Entonces  él dice: “Tema concluido”, pero  ella no puede dejar  de llorar, pero él tampoco la abraza.
No hay cariños o besos de reconciliación, hay un aire que los ahoga en el auto. Vuelven a conversar como si no se hubiesen discutido, pero con amargura, él le pregunta ¿crees que podré? Y ella le dice sonriendo, como siempre… con manchas negras de rimel por la cara  “seguro que sí, claro que podrás”, él la mira y  sonríe, ante la seguridad que ella le provoca, porque ella le da seguridad. Y entonces juntos miran el arañazo del auto… él le dice: es nada, que  con un poco de cera se quita, y ella nuevamente tiene  la sensación de que él la protege, de que no puede evitar volver a él.
Se marchan, cada uno para un lado. Ella le habría pedido un abrazo, un beso, una caricia tierna, cosas que  él no habría dado de corazón, porque estaba dolido.
Un par de  horas antes posaban para una foto, golpeando sus copas, sonriendo, mirándose, uniéndose  en un abrazo, en un beso, en un silencio…

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